"Nosotros,
lo digo con claridad, nosotros, los cónsules, hemos fallado"
Cicerón
. Discurso contra Catilina.
Cuando
pronunció este discurso Cicerón, a la sazón cónsul de la República, - en
puridad, el equivalente al presidente de gobierno- la situación de la República
Romana no era envidiable. La corrupción en las altas capas sociales amenazaba
su estabilidad, y las circunstancias habían propiciado que se fraguara una conjuración
para dar un golpe de estado. Reconoció, con altiva humildad, el error de
quienes tenían encomendada la seguridad de la República, la falta del exigible
celo en quienes habían echado sobre sus hombros esa tremenda responsabilidad
pública.
En el caso de España, aunque no es de los países que haya sufrido aun las
peores consecuencias,- está a punto- la crisis ha tenido un
comportamiento más agresivo y repentino que en otros países, donde su proceso
dañino se ha dilatado algo más en el tiempo. No es noticia que nuestra economía
es frágil, sin los cimientos que produjeron las revoluciones industriales en
Europa.
El capitalismo español es, sobre todo, clientelar. Carece de iniciativas
propias en buena medida y, viciado por los procedimientos protectores del
franquismo de los que aun no se ha desembarazado, vive de las iniciativas del
estado o de las administraciones periféricas (Comunidades Autónomas,
Diputaciones, Ayuntamientos...). Hay, desde luego, otras iniciativas modélicas
en cuanto a comportamiento empresarial. No tienen, sin embargo, tanto peso como
para habernos defendido de la erupción del volcán de la crisis, que siempre se
ceba en las economías más dependientes.
La
Banca, por su parte, ha demostrado comportamientos irresponsables que
debieran ser perseguidos por la justicia. La consecuencia es que el sistema
financiero español está atrapado en miles de millones por la
"burbuja" inmobiliaria; está bajo sospecha y es responsable
directo del encarecimiento de la deuda. Voces interesadas nos predicarán
que la culpa es de la ciudadanía, que ha vivido por encima de sus
posibilidades. Mienten. La verdad más evidente es que hay miles de viviendas
sin comprador, miles de millones de financiación que habremos de reponer a la
banca irresponsable con nuestros impuestos, mientras el estado recortará
servicios esenciales para la igualdad efectiva ante la ley. Y eso, sin contar
con el timo de la "estampita" de las hipotecas "sub
prime" -basura- que les ha colocado el sistema financiero
americano, ese pariente envidiado por sus éxitos.
Como suele ser habitual en ese mundo inmoral, casi siempre, los
directivos que han ocasionado la catástrofe se jubilan con pensiones
multimillonarias y dejan la ruina al Estado, es decir, al resto de los
ciudadanos.
El Estado y el Banco de España son corresponsables, porque debían haber velado
eficazmente para evitar los daños colaterales a la ciudadanía. Los estamos
padeciendo. Las causas de la dejación son un cóctel insalubre de complicidades,
de interés en aprovechar la bonanza aparente -empleo, cotizaciones a la
Seguridad Social, consumo creciente, ingresos por IRPF y por IVA... Por otro
lado se daban las condiciones ideales de desorden y corrupción para
la financiación ilegal de los propios partidos en el poder y para la
generación de un clientelismo agradecido. Sólo se trataba de esperar que el
futuro incierto retrasara su llegada. El lema irresponsable que gobierna el
mundo: ¡Detrás de mí, el diluvio! Pues el diluvio ya ha llegado.
¡Demasiada irresponsabilidad!
Ya en plena crisis, los gobiernos de Zapatero se empeñaron, primero, en
negarla; después, en considerarla pasajera y en ver brotes verdes donde había
un erial y un futuro erizado de dificultades; por último, han perdido la
compostura y la razón histórica de su existencia como partido y se han plegado,
temblorosos, a los dictados del capitalismo europeo. ¡Qué magnífica oportunidad
perdida para iniciar las reformas que el sentido común y muchas voces sensatas
venían reclamando desde hace ya tiempo, y de enarbolar la bandera de la defensa
del estado del bienestar que tanto nos había costado conseguir!
Zapatero ya es historia. No se presentará a las elecciones. A mí los nombres
propios me interesan lo justo. No acepto, salvo casos muy aislados, los
liderazgos personales. Y eso, siempre, por respeto intelectual. Me da igual su
renuncia. No creo que lo echemos de menos, porque su actuación en la crisis,
llevado por el pánico ante la amenaza de intervención por parte del BCE, un
instrumento más de ese capitalismo irracional, deja a la izquierda sin
demasiados argumentos. Creo que su falta de valentía, o de
convencimiento, condena a este país a un futuro lamentable, si, como vaticinan
las encuestas, la derecha consigue la mayoría absoluta, o la mayoría suficiente
para gobernar en coalición con los nacionalistas ¡Terrible! Las
condiciones son las ideales. Tendrán los argumentos necesarios para desmontar
el Estado.
En honor a la verdad, habrá que reconocer que Zapatero y sus gobiernos han sido
víctimas de la urdimbre de la derecha, empeñada en repetir que la crisis es
consecuencia de la mala gestión de ese gobierno. Afirman también que la derecha
sabe gestionar infinitamente mejor la economía. Y que los gobiernos de Aznar
fueron una buena muestra. Eso es sencillamente falso. Ni la crisis - ojalá- la
generó Zapatero, ni Aznar gestionó mejor la economía de este país. Le tocó
gobernar en una época de bonanza económica, en momentos que la prima de riesgo
de España, Grecia y Alemania, por ejemplo, eran prácticamente iguales y ninguna
circunstancia excepcional había despertado a los tiburones de la especulación.
Pero, sobre todo, y esto lo calla la derecha que saca rédito siempre a la
mentira o a la ocultación de la verdad, Aznar privatizó empresas públicas -
descapitalizó al estado- por valor de billones de pesetas. Con ese
remanente hasta un gobernante lamentable, como él, podría dejar saneadas las
arcas del estado en una época de economía expansiva en todo el mundo
capitalista.
De
algo no nos queda duda. Nos han fallado las instituciones que debían
protegernos.
Durante muchos años nos fallaron los cónsules.
No hay comentarios:
Publicar un comentario