viernes, 14 de febrero de 2014

6.- "Caput aut navis?"

            En honor a la verdad no han sido sólo nuestros "cónsules". Parte de nuestra soberanía ya la hemos delegado a la Unión Europea. Son los "cónsules europeos", en buena medida, los que fallan.
            Cuando explicamos en clase al alumnado que se inicia en el estudio de la lengua latina qué juegos practicaban en la infancia los que luego montaron el Imperio más duradero de la Antigüedad, hacemos referencia al juego de “caput aut navis” -cabeza o barco-, exactamente  nuestro “cara o cruz”. Intentamos que entiendan por qué una “cara o una cabeza y una nave” en el caso de Roma.  
            La nave representa el orgullo de Roma, una potencia militar terrestre, que, en su lucha por el dominio del Mediterráneo y sus riberas, hizo desaparecer a Cartago, una potencia naval dominante de su época. Para ello precisó de una reconversión industrial extraordinaria y en poco tiempo construyó una flota poderosa, con innovaciones técnicas que le ayudaron a dominar el mar. Su orgullo por aquel logro se plasmaba en sus monedas, anidaba en el corazón y en el bolsillo de sus ciudadanos. Y la cara, porque es el gobierno, el soberano, el emperador, el que establece el valor del dinero y lo garantiza con su imagen grabada.
            Ese hábito ha quedado ya para siempre en los acuñadores de moneda. El perfil de reyes o presidentes es siempre visible en la moneda del país. Una de las formas de practicar la soberanía de los países era acuñar su propia moneda y establecer su valor. Y en momentos de crisis, esta soberanía se ha manifestado mediante el cambio de valor de sus monedas, una devaluación generalmente para resultar más competitiva en las exportaciones, o acuñando más moneda para dotar al estado de recursos, aun con el riesgo de la inflación y el aumento de los precios.
            Pues es el momento en que  conviene recordar que la crisis económica que nos afecta tan poderosamente, y sus nefastas secuelas, no son problemas que podamos gestionar completamente desde nuestra soberanía. Es un crisis compartida por los países que han asumido el euro, como moneda única, y no podemos establecer medidas unilaterales para paliar las consecuencias. Hemos entregado a Europa parte de nuestra soberanía, pero en el diseño de la Unión Europea han quedado aspectos sin solucionar que ,-ahora lo percibimos con claridad-, hacen mucho más complicada la gestión de esta extraordinaria situación.
            ¿Es Europa una parte del problema? Una buena parte de la ciudadanía así lo percibe. Y esa percepción es justificable por la actuación del BCE, el Banco Central Europeo, el regulador del euro. La economía tiene reglas complejas para el común de los mortales;  no las han establecido los buscadores de soluciones, sino los buscadores de beneficio. Pero hay aspectos evidentes, que, incluso, los que no conocemos sus reglas secretas, podemos distinguir. Y si distinguimos los hechos, podemos también establecer las causas que los originan.
            Buena parte de los países europeos está siendo pasto del capitalismo especulador que encarece la financiación de los estados cobrando altísimos intereses por la deuda de los mismos. Ese encarecimiento de la deuda está detrás de la crisis y de la percepción de que nuestros derechos, tras siglos de perseguirlos, plasmados en el estado del bienestar que los partidos de izquierda europea hicieron posible -no conviene olvidarlo -, con la colaboración de los demócrata-cristianos, empiezan a ser cuestionados o directamente conculcados.
            No obstante, el Banco Central Europeo, al que otorgamos parte de nuestra soberanía aceptando la moneda única y su función reguladora, no nos defiende de ese ataque especulador. Antes bien, presta dinero a los especuladores - la banca europea- al 1% para que la propia banca europea especule contra los estados comprando deuda a interés superior al 6% en ocasiones ¿....? ¿Para qué hemos concedido esa parte de nuestra soberanía, entonces, si el organismo regulador se convierte en el proveedor de los medios con que los especuladores labran nuestra ruina...? ¿Permitiría eso la Reserva Federal Americana? ¿Lo permitiría el Banco de Inglaterra?
            Evidentemente, algo falta por hacer. Voces muy autorizadas, expertas y creíbles denuncian que la unión monetaria no basta, que hace falta la unión fiscal, y, sobre todo, política. Este enorme conglomerado humano, -500 millones-, con un P.I.B. de 15 Billones de euros, con la mayor calidad de vida de la tierra, con democracias estables en casi todos los países, debería ser capaz de afrontar con mayor eficacia los problemas, a pesar de que durante una buena parte de la historia de la humanidad  se ha dedicado a desangrarse en guerras intestinas o mundiales.
            Mi percepción es que Europa no forma parte del problema; el problema es, más bien, la ausencia de un auténtico órgano de poder político para la Unión. Hoy los dictados que emanan de Bruselas se rigen exclusivamente por los criterios económicos dominantes - control del déficit- que se imponen duramente a los gobiernos, especialmente al de los países más afectados por la crisis. No son medidas técnicas. Son medidas ideológicas. Tienen su fundamento en la ideología liberal dominante en una buena parte de los gobiernos europeos, especialmente en Alemania.
            En realidad, también hemos entregado ya la soberanía política. De hecho, hay gobiernos impuestos a cuya cabeza se ha colocado a tecnócratas procedentes de la Banca Internacional.  Pero políticamente, en el sentido estricto, nadie nos representa de verdad en la toma de decisiones. Nos toca ser súbditos de quienes defienden los intereses del liberalismo más radical de las últimas décadas, y los derechos de la ciudadanía, marginada de la toma de decisiones, se van por los desagües. 


2 comentarios:

  1. Certerísimo tu análisis. Estoy leyendo un libro de Julio Anguita, Contra la ceguera, y curiosamente él ya hacía este análisis hace veinte años, cuando se opuso a Maastrich.

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  2. Estoy publicando escritos del 2011, antes de las elecciones generales de noviembre, cuando se ha terciado analizar la situación del diseño de la Unión Europea. Antes no tuvimos necesidad de plantearnos esas cosas porque todo iba bien y el funcionamiento de la maquinaria nos pasaba desapercibido. Anguita estaba en la sala de máquinas hace veinte años; debía saber más que nosotros. No conozco ese libro, pero la realidad es una y el análisis objetivo debe ser coincidente, desde luego, si uno lo hace desde la perspectiva humanista, es decir sobre las consecuencias negativas que un mal diseño acarrea a los pueblos colectivamente considerados y a las personas. La Europa comunitaria está muy mal diseñada; es un club de socios ricos al que se nos ha permitido acceder como fuerza de consumo o de productividad barata. Punto.

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